La decada de los ocasos (II)

II. Eva hechicera

Eva Duarte – 1944

          El 9 de enero de 1950, mientras presencia la inauguración de un local sindical en el Dock Sud, la primera dama, Eva Perón, sufre un desmayo, tres días más tardes se interna en el Instituto del diagnostico de la Ciudad de Buenos Aires, debe someterse a una apendicetomía, la cirugía está a cargo del doctor Oscar Ivanisevic, en el acto descubre una apéndice inflamada, y también visualiza un proceso tumoral en el cuello de útero.

          Pero nadie le informa a Eva, tampoco Perón, así que se tarda en tratar su cáncer.

          Después de la apendicetomía, la compañera del líder experimenta un decaimiento permanente y una inocultable pérdida de peso.

          Pero tras la convalecencia de la cirugía de apéndice, vuelve a sus actividades habituales, las urgencias de la reelección hacen olvidar el episodio del desmayo y la posterior cirugía. Eva, impetuosa, se empeña en hacer efectiva la ley sobre el voto femenino, sancionada en 1946 pero hasta el momento no aplicada; la considera como una herramienta para las reelecciones de 1951, hasta quiere presentarse de vice-presidenta, “su” pueblo lo reclama, pero Perón se niega: sabe perfectamente que su estado de salud no permite considerarlo. Ella, vencida, da un discurso emocionante en que expresa su renuncia definitiva.

Perón sostiene a Eva mientras pronuncia un discurso en Plaza de Mayo

          Su salud se deteriora más rápido, poco a poco su aspecto personal sufre una gran transformación, padece de insomnio, anemia, anorexia y dolores intensos. La muerte viaja con ella donde quiera que vaya.

          Perón es reelecto en 1951, la primera elección donde sufragaron por igual mujeres y varones. Por primera vez las mujeres argentinas tenían derecho a emitir el voto. La muchedumbre apenas intuye toda esa liturgia propia del poder populista, no le interesa la verdad de los hechos, ya construyeron los altares necesarios para sus oraciones por pan, trabajo y justicia social, en cada aparición, el líder sacude el mantel de la fiesta para que las migas les caigan a los que menos tienen, les insufla la esperanza, les habla de una patria igualitaria, muchas fabricas, escuelas para todos, hospitales que dejen de ser morideros, lugares donde llevar a los ancianos, sindicatos poderosos que defiendan a los trabajadores de los abusos de los patrones siempre insatisfechos. El extraordinario poder de seducción del líder, casi místico, impulsa al votante a elegir este personaje de perfil mesiánico, ¡un verdadero salvador!

          El votante del peronismo es el instrumento de una fuerza que no comprende. Acata en silencio el rumbo trágico, rumbo del país y rumbo del poder, presumen que allí reside el pensamiento secreto del general, tiene el poder de manejar las fuerzas oscuras operando en la cercanía del poder. Su mirada de tehuelche sabe cómo descifrar una realidad mágica y dorada de buenas intenciones para entregarla a la muchedumbre.

Eva votando desde su cama en el hospital.

          La doliente multitud asiste a la misa popular, cuando aparece el líder acompañado por su compañera de rubio pelo se sienten ungido. La primera dama sabe que ser rubia significa salvarse de la maldición de nuestra América del sur, tierra de morenos, de “cabecitas negras”, aún se mantiene en el imaginario femenino argentino aquel estigma. Ser rubia genera más oportunidades de realización en la sociedad argentina autocomplacida.

          La iglesia y las Fuerzas Armadas comparten un amor común, bendicen el supersticioso orden establecido, no se apartan de los mandatos; respetar las tradiciones, la familia y la fe cristiana, no ocultan estar molestos por ensalzar a la clase trabajadora, darle nuevos privilegios a un estamento social que no existía hasta la llegada del peronismo, en cada oportunidad, muestran un irreconciliable desprecio por la nueva casta de trabajadores, entre rezos y homilías y charlas de cuartel se procesa una nueva tragedia nacional.

          Para los curas y los militares, Eva es una prostituta, una trepadora, un ser sediento de poder y de gloria, aquella pléyade social no la ve con buenos ojos, es la antítesis de una normalidad que está alterada. Para los más humildes, Eva es una virgen en persona, con dulzura maternal se entrega y se sacrifica por los que menos tienen.

          Dice el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez: Eva se fue volviendo hermosa con la pasión, con la memoria y la muerte, se tejió a sí misma una crisálida de belleza, fue empollándose reina, el oro transfiguro a esa morena de piel mate, dándole una extraña palidez que su futura enfermedad tornaría en sobrenatural.

          Su empatía por los más vulnerables la convierte en una figura de culto, en un ser amado por millones de argentinos desvalidos, los huérfanos de todo, aquellos que nacieron y crecieron sin nada, Eva Perón se convierte en la única esperanza cumplida. Ella sabe usar la tonalización como uso retorico, logra llegar al inconsciente colectivo de los adorantes, usa palabras como: mis cabecitas negras, mis descamisados, mis huérfanos.

          La identificación profunda e inmediata con la tonalización de las grandes masas, les da lugar a los individuos marginados, los humildes, los ignorados por una sociedad donde el distinto color de piel es motivo suficiente para sesgar y discriminar.

          Eva incuba un cáncer que más tarde la mataría, lo encontrado en las pruebas ginecológicas le son ocultada a la primera dama, el diagnostico pasa a ser un secreto de estado.

          Diagnostico fatal: dice Borges que “cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que la persona sabe para siempre quien es”.

          La Argentina se vanagloria de ser cartesiana y europea, pero se nutre de otra vía, la oral, la que surge de las entrañas de la voluntad popular, de boca en boca, sin provocar en los usuarios ningún asomo de duda o tensión entre la realidad y lo sobrenatural, hacer del presente una enigma inexplicable, esta vacilación conduce a la zozobra, nada sirve como evidencia para negar o afirmar que el realismo mágico forma parte de la cultura Argentina.

Manuel Silva – 2021

Tumba de Eva en el cementerio de la Recoleta

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Quizás esta cronología pueda serle utíl…

7 de mayo de 1919: nacimiento de Eva Duarte en el pueblo de Los Toldos, Junín. (Hubo debates en cuanto a esta fecha, ya que el acta oficial del Registro civil fue falsificada a instancias de la misma Eva. En esa acta, el año mencionado es 1922).

1935: Eva Duarte se va a Buenos Aires y emprende una carrera de actriz secundaria, más bien radiofónica.

Enero de 1944: Encuentro con Juan Perón.

6 de junio – 23 de agosto de 1947: gira europea de Eva, con fines diplomáticos.

9 de septiembre de 1947: la Cámara de diputados sanciona la ley sobre el voto femenino. Las mujeres argentinas votarán por primera vez en 1951, para la elección presidencial.

8 de julio de 1948: creación de la Fundación caritativa Eva Perón.

1949: Eva crea el Partido peronista femenino.

Enero de 1950: primer diagnostico de cáncer del cuello de útero.

17 de octubre de 1951: Eva renuncia a presentarse de vice-presidenta.

26 de julio de 1952: fallecimiento.

22 de noviembre de 1955: poco después del derrocamiento de Juan Perón, el nuevo dictador Pedro Aramburu ordena el secuestro del ataúd con el cadáver de Eva. La entierran en secreto en un cementerio de Milán, Italia, bajo falsa identidad. Es el general Alejandro Lanusse, presidente de facto en 1971, quien ordena su entrega a Perón en Madrid, en septiembre. En 1976 repatrían el cuerpo en Buenos Aires y es enterrado en la bóveda familiar del cementerio de La Recoleta (Ver arriba).

PV

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Unos enlaces :

Biografía de en el sitio oficial de Eva Perón.

Biografía simplificada.

El discurso de Eva Perón, el 17 de octubre de 1951, en el canal Encuentro.

Eva Perón, pelicula de Juan Carlos Desanzo, guión de José Pablo Feinmann (1996)

Santa Evita, libro de Tomás Eloy Martínez. En el sitio Lectulandia.

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