La decada de los ocasos (I)

1950, LA DECADA DE LOS OCASOS

Lo opuesto reside en cambiar la memoria de los hombres: en demostrar que todo lo que recordamos, y en todo lo que somos, nunca es de una sola manera. Que la verdad no es una ni mucho menos absoluta, sino frágil y con innumerables facetas, como los ojos de una mosca”.

          Son palabras de Tomas Eloy Martinez al intentar entender el fenómeno del peronismo.

I. Verdades y mentiras

          La historia que comenzó con un terremoto y terminó con un bombardeo en la Plaza de Mayo, todavía vibra de sus replicas convulsivas. En el medio de estos dos eventos trágicos, se forjó uno de los periodos más intensos y transformadores en la historia Argentina: nace y se consolida el peronismo.

          Juan Domingo Perón nació en 1895 en la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, hijo natural de Mario Tomas Perón y Juana Sosa. Sus abuelos lo marcaron a fuego, Tomas Liberato Perón, su abuelo, fue un destacado médico, participó en la guerra de la Triple Alianza (una guerra regional que opuso Brasil, Uruguay y Argentina por un lado, y Paraguay del lado opuesto), la abuela de Perón se llamaba Mercedes Toledo del Pueblo de Azul, era una india tehuelche, por eso Perón se ufanaba de tener sangre india, tener un linaje de mestizo, así llegó a presidente de la nación, afirmaba; “me siento orgulloso de llevar sangre tehuelche, descendiendo por vía materna de quienes poblaron la Argentina desde siglos antes que llegaran los colonizadores”.

Estación de Lobos – Foto Commons Wikimedia

          En 1899 el padre de Juan Domingo se trasladó a las llanuras patagónicas, al sur de la Argentina, el clima hostil del sur ventoso le templó el carácter al hijo nacido en la zona bonaerense de Lobos.

En Patagonia – Foto PV

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          Desde 1944, para bien o para mal el fenómeno cobra cuerpo y se instala como un menhir en la sociedad argentina. Perón accede al gobierno como candidato del Partido Laborista, organizado por un conjunto de sindicatos, enarbolando la bandera política de la “Justicia Social”, un concepto bastante nuevo para la época en Argentina. Las medidas implementadas favorecen a los sectores obreros, el líder gana el apoyo del movimiento de trabajadores, y al mismo tiempo se gana un abierto repudio de los sectores empresariales.

          El coronel Perón se hincha de una popularidad que crece hasta convertirle en una figura relevante, un nuevo mesías en la chata política argentina, muñido de nuevas ideas se lanza a constituir un estado moderno, más dinámico y más justo. Gana las elecciones de febrero de 1946 con un 56% y se vuelve presidente de la república argentina.

          Su primera presidencia se caracteriza por un excesivo gasto público, una redistribución hacia los más pobres conocida como “la revolución distributiva”. Impone cuatro llamados “principios peronistas”: mercado interno, nacionalismo económico, rol preponderante del estado y papel central de la industria. Bajo estas premisas, el mandatario procede en 1946 a nacionalizar el Banco de la Nación Argentina, más tarde estatiza a los ferrocarriles del país que pertenecían a empresas británicas y francesas.
Su discurso populista, por parte inspirado en el fascismo de Mussolini, resulta seductor y convincente, aunque la supuesta simpatía por antiguos nazis – que ayudó a varios radicarse en el territorio es un secreto a voces – le costó ser denunciado por algunos estamentos sociales.

          La sumatoria de decisiones unipersonales es suficiente para el comienzo de la gran debacle económica y política, en forma progresiva se pulverizan los márgenes de producción y derrumbe de la bonanza económica, en silencio los argentinos comienzan a empobrecerse, mientras que el líder le habla a la multitud con voz edulcorada: «estoy luchando por Ustedes».

          El énfasis de la verdad delata al mentiroso. Mira y fascina a la muchedumbre que lo idolatra, se siente un encantador de aves de corral, hasta ahora le bastó con mostrar un juego de sombras y simulación, no tiene que cambiarlo, es efectivo, seduce con facilidad a las masas, sabe con claridad solar que el pasado no volverá para salvarlo, vendrá para aplastarlo, pero no importa: si la realidad mata, la ficción lo salvará.
La sonrisa del líder ilumina la explanada de la Plaza de Mayo. Su discurso grandilocuente, mechado de metáforas y promesas doradas, crea un puente comunicacional con la muchedumbre, les habla en manga de camisa, de igual a igual, imitando el estilo de Mussolini, (Mussolini lo hacía con el torso desnudo para igualarse con el populo laboro), la visión de igualdad crea cierto encantamiento en la voluntad viva de los trabajadores. Se proclama el primer trabajador: llega a las seis de la mañana a la casa de gobierno, y cuando le preguntan el motivo de sus madrugones a su lugar de trabajo, el responde con jocosidad: «sigo una vieja costumbre del cuartel, al pedo, pero temprano».

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          Yo nací en 1950, amanecí al mundo en la década de los ocasos, corría final del primer periodo del gobierno de Juan Domingo y Eva Perón, la década del cincuenta rodaba con las ruedas cubiertas por un barro emponzoñado, una energía maligna traían los vientos, luego se instalaría en el núcleo vulnerable del peronismo: el cuerpo de Eva Duarte de Perón.

          Mi casa paterna era un enorme habitación, similar a un galpón, funcionaba como dormitorio, comedor y lugar de estar, con techos de cinc desnudo, con sus paredes de barro pintadas a la cal, recuerdo los objetos de la pared, había dos cuadros enfrentados, uno era el Corazón de Jesús y en la pared del frente, el retrato del general Perón, vestido con uniforme de gala, montado en su caballo tobiano , con una sonrisa de sol.

          La década del cincuenta traía entre sus pliegues el ocaso de un régimen, la reiteración de un golpe de estado, una modalidad remanida de recomponer el orden desde el desorden, como un adelanto del futuro relato mágico de “Cien años de soledad”. El eterno retorno a lo mismo.

Manuel Silva

(Continuará)

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Quizás esta cronología pueda serle utíl…

Terremoto: Juan Perón y Eva Duarte se conocieron en San Juan, donde tuvo lugar el más importante terremoto de la historia argentina, en enero de 1944. (Ver acá)

Bombardeo de la Plaza de Mayo: en septiembre de 1955, los militares opuestos a Perón atacaron la Casa Rosada, palacio de la presidencia, para aterrorizar a la gente y obligar el presidente a renunciar. Ver el cuento “La telaraña” en este mismo blog.

Junio de 1943: Perón participa del golpe militar que puso fin a la “década infame” y al gobierno de Ramón Castillo.

Diciembre de 1943: Perón forma parte del gobierno liderado por Pedro Ramírez, en tanto Secretario de Estado para el trabajo y la previsión.

Febrero de 1944 hasta octubre de 1945: Perón ministro de guerra en el gobierno del general Edelmiro Farrell.

Febrero de 1946: Perón gana las elecciones presidenciales con 56% de los votos.

1952: gana otra vez la elección (con 62% de los votos) y empieza su segundo mandato.

Septiembre de 1955: golpe de estado llamado “Revolución libertadora”. Las fuerzas armadas derrocan a Perón. Empieza un exilio de 18 años.

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