No cabe duda que esta ruta es mucho menos conocida que la famosa 66 en Estados-Unidos, pero la « Ruta 7 » argentina vale la pena de un viaje.
Esa cinta de asfalta de 1224 kilómetros sale de las orillas del Río de la Plata para ir hasta la Cordillera de los Andes. Cruzando así de este a oeste las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis y Mendoza (Cuyo), revela la diversidad de los paisajes naturales que participan del encanto de este fascinante país.
Acá no vamos a recorrer sino les 220 kilómetros finales de la ruta, entre Mendoza y Las Cuevas, donde se encuentra el túnel del “Cristo Redentor”, última etapa del viaje. Pasando por las opulentas propiedades vitícolas de Maipú, entramos en el valle del Río Mendoza y sus paisajes desérticos. Primera parada: el embalse de Potrerillos. Nos paramos a desayunar en Uspallata, oasis de álamos en medio de un decorado más bien mineral, a 2039 metros de altitud. 165 kilómetros más allá de Mendoza, y a 2580 metros de altitud, descubrimos el sitio de “Los Penitentes”, que llamaron así por la forma de las rocas, que se parecen a frailes.
Parada imprescindible en “Puente del Inca”, puente natural formado por la acumulación de nieve y pedregal solidificados por el hierro y el azufre del “Río de las Cuevas”. Este sitio se merecería más tiempo para estudiar mejor su historia y sus leyendas, pero ya tenemos que seguir nuestro viaje.
Antes de llegar a nuestra meta final, hacemos una pausa algo “ventosa” al pie de la cumbre de las Américas: el Aconcagua que vigila desde sus 6960 metros de altura la reserva natural epónima.
Al salir del pequeño pueblo de Las Cuevas, dejamos la Ruta 7 que continúa por el túnel que une desde 1980 Argentina y Chile. Vamos rumbo al Paso de La Cumbre, punto más alto de la antigua carretera entre Mendoza y Santiago de Chile. Esta pista de tierra que serpentea sobre una decena de kilómetros nos permite subir hasta el mirador del Cristo Redentor (3854 m.), etapa final de nuestra excursión.
Ese magnífico entorno natural de las altas Andes fue el teatro, el 13 de marzo de 1904, de la inauguración de la estatua del “Cristo Redentor de los Andes”. Un monumento clave de la historia tumultuosa de las relaciones diplomáticas entre los dos países vecinos.
Las dos naciones se enfrentaban desde finales del siglo XIX, en torno al problema del trazado de la frontera. Solicitaron la intermediación del Rey de Inglaterra, Eduardo VII, y este puso un punto final al desacuerdo, evitando una guerra que parecía inevitable (Fueron los ingleses quienes fijaron la frontera entre los dos países en noviembre de 1902. Pero argentinos y chilenos firmaron un tratado de paz unos meses antes, los “pactos de mayo”).
Es para recordar el mensaje de paz del Papa León XIII que el obispo de Cuyo, Marcelino del Carmen Benavente, mandó a construir una estatua de bronce de 7 metros de altura, encomendando el trabajo al escultor Mateo Alonso. La hermana de un general argentino, Angela Oliveira Cezar, quien formaba parte de la asociación suramericana por la paz universal y era amiga del presidente argentino Julio A. Roca (segundo mandato entre 1898 y 1904), sugirió levantar la estatua en tanto símbolo de paz en el Paso de La Cumbre, lugar por donde había pasado José de San Martín con sus tropas en 1817 para liberar a Chile.
Expuesta durante un breve periodo en el patio de la escuela Lacordaire en Buenos Aires, la estatua viajó luego por tren, sobre 1200 kilómetros, antes de verse desmontada en varios trozos para terminar el viaje transportada por mulas. La levantaron sobre un pedestal de hormigón y acero laminado de 6 metros de altura diseñado por el ingeniero Juan Molina Civit, a partir de los esbozos del escultor. El trabajo lo dirigió el ingeniero Conti.
Dos veces nominaron a Angela Oliveira Cezar para recibir el premio Nobel de la Paz, pero sin éxito. Sin embargo su obra siempre quedará como un testimonio de lo que se volvió con el tiempo un verdadero símbolo de esta zona andina.
Sans doute moins connue que la célèbre route 66 aux Etats Unis, la «Ruta 7» en Argentine, mérite à elle seule qu’on lui consacre un voyage.
Ce ruban d’asphalte de 1224 km conduit le voyageur des rives du Rio de la Plata à la Cordillière des Andes. En traversant ainsi d’est en ouest les provinces de Buenos Aires, Cordoba, San Luis et Mendoza, il découvre la diversité des espaces naturels qui constituent le véritable attrait de ce fascinant pays.
De ce voyage, nous ne parcourrons que les 220 derniers kilomètres, de Mendoza à Las Cuevas, où se situe l’entrée du tunnel du «Christ Rédempteur», terminus de la «Ruta7». Laissant derrière nous les riches propriétés viticoles de Maipú, nous nous engageons dans la vallée du Rio Mendoza et ses paysages désertiques ; premier arrêt : le lac de barrage de Potrerillos. Pause petit déjeuner à Uspallata, oasis de peupliers dans ce décor minéral, nichée à 2 039 m d’altitude. A 165 km à l’ouest de Mendoza et à 2580 m d’altitude, découverte du site de « Los Penitentes », ainsi nommé à cause de ses pitons rocheux ressemblant à des moines.
Arrêt obligatoire à «Puente del Inca», pont naturel, résultat de l’amoncellement de neige et d’éboulis solidifié par les dépôts de fer et de soufre du «Rio Las Cuevas». Ce site, pour son histoire et sa légende, mériterait sans doute qu’on lui accorde un peu plus que ces quelques lignes d’un voyageur pressé.
Avant d’atteindre notre destination finale, pause ébouriffante au pied du «toit des Amériques», l’Aconcagua, qui domine de ses 6960 m, la réserve naturelle éponyme.
A la sortie de la petite ville de Las Cuevas, nous quittons la «Ruta 7» qui s’engouffre dans le tunnel qui relie, depuis 1980, l’Argentine et le Chili ; direction le col de la Cumbre, point culminant de la vieille route Mendoza/Santiago du Chili. Cette piste en terre qui serpente sur une dizaine de kilomètres nous permet d’atteindre à 3 854 m, le «Mirador del Cristo Redentor», terme de notre périple du jour.
C’est dans ce magnifique écrin naturel des hautes Andes que fut inaugurée le 13 mars 1904, la statue du «Christ Rédempteur des Andes». Ce monument s’inscrit dans l’histoire tumultueuse entre les «deux sœurs ennemies d’Amérique du Sud».
Les deux nations s’affrontant depuis la fin du 19ème siècle à propos du tracé de leur frontière commune, l’arbitrage du roi Edouard VII d’Angleterre fut sollicité et il mit fin au désaccord évitant une guerre qui semblait inéluctable (Le soin fut laissé à la Couronne britannique de fixer la frontière entre les deux pays. (Pactos de Mayo, accords de paix signés en mai 1902, l’arbitrage anglais intervenant en novembre de la même année).
Pour rappeler le message de paix du pape León XIII, une statue du Christ Rédempteur en bronze haute de 7 mètres fut commandée par l’Evêque de Cuyo, Monseigneur Marcelino del Carmen Benavente, au sculpteur Mateo Alonso. La sœur d’un général argentin, Angela Oliveira Cézar, membre de l’association sud américaine de la paix universelle et proche du président argentin de l’époque, Julio Argentino Roca (2ème mandat de 1898 à 1904), suggéra d’ériger la statue comme symbole de paix au col de la Cumbre qu’avaient franchi José de San Martín et ses troupes en 1817, pour aller libérer le Chili.
Provisoirement exposée dans la cour de l’école Lacordaire à Buenos Aires, la statue fut transportée sur 1200 km par voie ferroviaire, puis démontée en plusieurs morceaux pour être acheminée à dos d’âne. Elle fut érigée sur un piédestal en béton et acier laminé de 6 mètres de haut dessiné par l’ingénieur Juan Molina Civit, d’après les croquis du sculpteur, puis érigé sous la direction de l’ingénieur Conti.
Deux fois proposée pour recevoir le Prix Nobel de la paix, Angela Oliveira Cézar ne fut cependant pas retenue. Mais son action aura laissé après elle ce qui est devenu, avec le temps, une véritable icône de cette région andine.
Aficionado al vino, no podía imaginar otro viaje a Argentina sin pasar por una de sus capitales mundiales: Mendoza y su famoso Malbec, cepa de origen francesa ya que la importaron de la región de Cahors, en el suroeste de este país.
Si el Malbec, que también se llama “Côt” es muy emblemático de Argentina (Una cuarta parte de la uva producida en este país es de esta cepa), su producción se concentra en la provincia de Mendoza (85 por ciento de la superficie total plantada), sea vinificado sólo o mesclado con otros. Se puede encontrar viñas de 80 años todavía sin trasplante.
En Mendoza cultivan también un gran abanico de cepas francesas tanto de tinto (Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Pinot noir) como de blanco (Chardonnay, Chenin, Sauvignon, Sémillon, así como el Ugni blanc, cepa que se utiliza en Francia por ejemplo para elaborar el Cognac o el Armagnac).
Se puede encontrar también unas cepas criollas, resultando de mezclas con cepas importadas, Argentina siendo uno de los pocos países del mundo produciendo vino con esas cepas.
Cuesta trabajo creer que esta ciudad se halla en medio del desierto, al ver sus largas avenidas arboladas y las numerosas fuentes de sus plazas: la llamada “Ciudad-bosque” y sus 50 000 árboles tiene muchos recursos para seducir el visitante.
La viticultura remonta al siglo XVI cuando los jesuitas trajeron las primeras cepas y las plantaron en torno a sus monasterios, para producir el vino de misa.
Luego la actividad se desarrolló siguiendo las olas de inmigración sucesivas: los nuevos viticultores, al traer su experiencia y sus conocimientos, hicieron de Mendoza la más importante y antigua zona de producción de vino en Argentina.
En 1853, Domingo Faustino Sarmiento, futuro presidente de la República argentina (1868-1874), dio el consejo al entonces gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, de contratar a un agrónomo francés que había conocido en Chile, un tal Michel Aimé Pouget, para desarrollar el sector de la viña.
Este importó a Mendoza los primeros cepos de Malbec y los métodos franceses para convertirlo en una industria moderna.
No eligieron la provincia de Mendoza al azar: su topografía, su geología y su clima son ideales.
Un punto clave del éxito de la viticultura mendocina reside en el manejo bien controlado del sistema de riego. La Cordillera formando un obstáculo a las lluvias del Pacífico, esta región muy árida no puede contar sino con el agua del deshielo de la primavera para alimentar las acequias.
Se aprovecha también de la amplitud térmica de estas zonas de desierto: el calor del día favorece la producción de azúcar natural, la frescura de las noches garantiza un buen nivel de acidez, y la escasa tasa de humedad protege de los hongos e insectos dañinos.
Para conocer a los productos locales, optamos por la propuesta de excursión de una agencia de turismo. Nos llevan hasta el pueblo de Maipú, poco más de diez kilómetros al sudeste de Mendoza.
El programa incluye la visita de tres bodegas y, buena sorpresa, de una fábrica de aceite de oliva y de vinagre.
La visita de las dos primeras bodegas se parece a una carga de caballería: paseo relámpago por las viñas y las bodegas, cata también relámpago de tres vinos distintos, darse prisa por favor, hay otros autobuses llegando. Parece algo rápido para catar correctamente los productos locales, pero resulta suficiente para encontrar una encantadora pareja de Rosarinos y compartir nuestros conocimientos vitícolas respectivos. ¿Qué podría ser mejor que un buen vaso de vino para romper el hielo?
La tercera bodega se diferencia de las dos primeras en cuanto a los productos propuestos.
Esta bodega, fundada en 1912 por un inmigrante italiano, Antonio Florio, se especializó en la producción de “vinos varietales”, como el “Chianti”, de “vinos generosos” como el Marsala, el Oporto o el Moscato, así como “vinos espumantes”.
Esta fábrica de aceite de oliva, fundada en 1906 por Francisco Laur, inmigrado francés venido a buscar fortuna en “La Cruz de piedra” en Maipú, se volvió la primera empresa argentina de fabricación de aceite, y ocupa desde 2019 el cuarto puesto en la clasificación mundial de los mejores productores.
La familia Millán compró la empresa en 2010, y empezó en seguida a producir vinagre balsámico tradicional, lo que nos sorprendió bastante ya que se trata de un producto protegido por certificado de origen, estrictamente reservado a fábricas halladas en las regiones de Módena y Reggio Emilia.
Sin embargo nos explican que fuera de Europa, tres empresas, en Toronto, Tokio y, pues, Mendoza, son certificadas por el “Consorzio Tutela del Aceto Balsamico di Modena” que garantiza la calidad del producto, los métodos y procesos específicos de producción empleados, y así tienen permiso para producir ese vinagre.
La visita empieza por la plantación de olivos, hoy en día más que centenaria, y luego visitamos la fábrica, muy moderna. Visitamos también el museo donde se pueden ver las distintas maquinas utilizadas a lo largo de la historia de la fábrica.
Terminamos por la visita de las bodegas donde envejecen el vinagre elaborado siguiendo un proceso muy antiguo inventado en Módena.
Ese proceso empieza por la producción de un mosto de uva cocida (en este caso Ugni blanc), seguida por el envejecimiento en una serie de cinco barriles de madera de distintas tamaños y esencias (Roble, castaño, cerezo, fresno y acacia) los cuales favorecen la evaporación.
Cada año sustituyen la parte evaporada del barril siguiente por una parte del contenido del barril anterior. Llenan el primero barril con mosto cocido.
Se necesita 15 años para envejecer el vinagre, por eso se tendrá que esperar hasta 2029 para que la Aceitaia Millán se vuelva la primera empresa del hemisferio sur produciendo vinagre balsámico “IGP”.
Mendoza ya es una ciudad muy famosa en el mundo entero por sus vinos, pero no deja de sorprender el visitante. No es una “Ciudad oasis” como la llaman algunos. Pero es una ciudad muy verde en medio del desierto que rodea los Andes, y con una historia enriquecida por todos los que se instalaron.
Antes de la llegada del fundador de la ciudad, un tal Pedro del Castillo, el sitio lo ocupaban pueblos indios como los “Huarpes”, quienes crearon el sistema de acequias que permitió transformar esta zona de desierto en ciudad verde, un sistema todavía en uso hoy en día para el desarrollo de la actividad principal de Mendoza.
La base urbanística de la ciudad actual la creó el arquitecto francés Julio Ballofet en 1863, para reconstruir – unos kilómetros más lejos – la ciudad destruida por el terremoto de 1861.
Así es como, a lo largo de su historia, unos franceses dejaron su huella y contribuyeron a la fama de una ciudad que es ahora la cuarta ciudad más importante de Argentina.
Très amateur de vin, je ne pouvais pas imaginer ce nouveau voyage en Argentine, sans me rendre dans l’une de ses capitales mondiales : Mendoza et son célèbre malbec, cépage importé de France (région de Cahors).
Si le malbec, également dénommé «côt», est devenu emblématique de l’Argentine, (1/4 des raisins produits dans le pays proviennent de ce cépage), il est essentiellement concentré dans la province de Mendoza (85% des surfaces plantées), vinifié seul ou en assemblage. On y trouve encore des vignes de 80 ans qui n’ont jamais été greffées.
On y cultive aussi un large éventail d’autres cépages français aussi bien en rouge (le cabernet sauvignon, la syrah, le merlot, le pinot noir), qu’en blanc (le chardonnay, le chenin, le sauvignon, le sémillon, ainsi que l’ugni blanc, cépage utilisé en France notamment pour l’élaboration du cognac et de armagnac).
On y trouve encore quelques cépages « créoles » issus du croisement de cépages importés, l’Argentine étant un des rares pays au monde à élaborer du vin à partir de ces cépages.
Difficile de croire que cette ville se trouve en plein désert, avec ses larges avenues arborées et les nombreuses fontaines qui ornent ses places : Mendoza la bien nommée «ville forêt» et ses cinquante mille arbres, a beaucoup d’atouts pour séduire.
La viticulture remonte ici au XVIème siècle avec l’arrivée des jésuites qui ont ramené et planté, autour de leurs monastères, des pieds de vigne pour produire leur vin de messe.
L’activité viticole s’est ensuite développée au gré des vagues d’immigration européenne successives, qui en apportant leur savoir-faire, ont fait de la province de Mendoza la plus importante et la plus ancienne région viticole d’Argentine.
En 1853, Domingo Faustino Sarmiento, futur président de la République (1868-1874), conseille au gouverneur de Mendoza, Pedro Pascal Segura, d’engager un agronome français qu’il a rencontré au Chili, Michel Aimé Pouget, pour développer le vignoble.
Celui-ci importe à Mendoza les premiers plants de malbec et les méthodes de son pays natal pour en faire une industrie moderne.
La région de Mendoza n’a pas été choisie au hasard : sa topographie, sa géologie et son climat en font un lieu idéal.
L’une des clés de la réussite de sa viticulture réside dans la maîtrise de l’irrigation : en l’absence des pluies bloquées par la Cordillère des Andes, c’est la fonte des neiges des montagnes andines qui alimente les canaux d’irrigation dont bénéficie la vigne.
Elle profite également de l’importance des écarts de température de ces zones désertiques : la chaleur des journées favorise la production de sucre, la fraicheur des nuits garantit un bon niveau d’acidité, le faible taux d’humidité protège des champignons et insectes nuisibles.
Pour faire connaissance avec les productions locales, nous optons pour une demi-journée d’excursion proposée par une agence de tourisme : direction Maipú, une petite dizaine de kilomètres au sud-est de Mendoza.
Au programme, visite de trois propriétés viticoles, et, surprise, d’une fabrique d’huile d’olive et de vinaigre.
La visite des deux premières «bodegas» est bien rodée : découverte au pas de charge de parcelles de vignes et des chais, dégustation au même rythme de trois sortes de vins. On n’est pas là pour trainasser : les cars succèdent aux cars ! C’est un peu rapide pour avoir le temps de bien déguster les produits locaux, assez cependant pour faire connaissance avec un charmant couple de touristes «Rosarinos» (De Rosario, en Argentine), et échanger nos connaissances vinicoles respectives ! Quoi de mieux qu’un verre de bon vin pour briser la glace ?
La troisième propriété visitée se démarque des deux premières par l’originalité de ses productions.
Cette «bodega», fondée en 1912 par un immigré italien, Antonio Florio, s’est spécialisée dans la production de «vins italiens» à partir de cépages tels que le Chianti, de «vins fortifiés» tels que le Marsala, le Porto, le Moscato, ainsi que des «vins effervescents».
Cette fabrique d’huile d’olive, fondée en 1906 par Francisco Laur, immigré français venu faire fortune à la «Cruz de Piedra» à Maipú, est devenue la 1ère entreprise d’oléiculture d’Argentine, et occupe depuis 2019, le 4ème rang du classement mondial des meilleurs oléiculteurs.
Rachetée en 2010 par la famille Millán, l’entreprise s’est lancée, en 2013, dans la fabrication du vinaigre balsamique traditionnel, ce qui n’a pas manqué de piquer notre curiosité puisque ce produit bénéficie d’une appellation contrôlée historiquement réservée aux provinces de Modène et de Reggio Emilia !
Toutefois, nous apprenons qu’en dehors de l’Europe, trois entreprises, sises à Toronto, Tokyo et donc Mendoza, sont certifiées par le «Consorzio Tutela del Aceto Balsamico di Modena», garant de la qualité des produits, des méthodes et procédures de fabrication spécifiques, et sont autorisées à produire ce vinaigre.
La visite commence par l’oliveraie, aujourd’hui plus que centenaire, puis par celle de la fabrique, à la pointe des méthodes modernes de production. Nous découvrons également le musée où sont exposées les différentes machines utilisées à travers les âges.
Nous terminons par la découverte des chais de vieillissement du vinaigre élaboré selon un procédé ancestral développé à Modène.
Tout commence par la production d’un moût de raisin cuit (ici de l’Ugni Blanc) qui passe ensuite par un processus de vieillissement dans une batterie de cinq fûts en bois de tailles et d’essences différentes (chêne, châtaignier, cerisier, frêne et acacia) et permettant l’évaporation.
Chaque année, la partie évaporée est remplacée par une partie du contenu du fût immédiatement précédent ; le dernier par du nouveau moût cuit.
La durée de vieillissement étant d’au minimum 15 ans, ce n’est donc qu’en 2029 que l’Acetaia Millán deviendra la 1ère entreprise de l’hémisphère sud à embouteiller du vinaigre balsamique «IGP».
Si elle est connue du monde entier pour ses vignobles et la qualité de ses grands crus, Mendoza est une ville surprenante. Elle n’est pas la ville oasis que certains y voient. C’est une ville verdoyante au cœur du désert qui entoure les Andes, riche de son histoire et de l’apport de ceux qui s’y sont installés.
Avant d’être créé en 1561 par un dénommé Pedro del Castillo, le site était occupé par des tribus indigènes dont les «Huarpes» à qui l’on doit ce système d’irrigation appelé «acequias» qui a permis de transformer cette zone désertique en cité verdoyante, système d’irrigation toujours utilisé aujourd’hui pour l’activité phare de la Province de Mendoza.
La base urbanistique de la ville actuelle fut créée en 1863 par le français Jules Ballofet, chargé de reconstruire, un peu plus loin du site originel, la ville rasée par le violent séisme de 1861.
Ainsi, tout au long de son histoire, on y retrouve l’empreinte de nombreux français qui ont contribué à la construction et à la réputation de ce qui est aujourd’hui la 4ème ville d’Argentine.
En pleine déconfiture économique, la junte militaire choisit de placer le général Leopoldo Galtieri à la tête de l’état argentin, en lieu et place de Roberto Viola.
La crise aiguë que vit le pays commence à rompre les digues de la peur vis-à-vis de la répression. Le 30 mars 1982 a même lieu ce qu’on ne pensait plus possible sous le joug militaire : une manifestation ouvrière monstre, défilant au cri de «Paix, pain et travail». L’étau qu’avait réussi à serrer la dictature autour de la société argentine commence à donner des signes de relâchement.
Alors, quelle meilleure recette, pour resserrer à nouveau les liens distendus avec le peuple, que de faire jouer la corde nationaliste ? Depuis 150 ans, face à la Patagonie, les Anglais occupent illégalement, selon les Argentins, des îles qui appartiennent de droit à l’Argentine, d’après un accord signé en 1790 ! Par ailleurs, pensent-ils, en Europe la première ministre Margaret Thatcher a d’autres chats à fouetter que la défense d’un caillou incultivable : elle est contestée jusque dans son propre parti.
C’est le moment ou jamais, se dit Galtieri, de tenter quelque chose. Le 2 avril, les forces argentines débarquent sur les îles et réduisent rapidement la mince garde anglaise chargée de les défendre. L’hôtel du gouvernement tombe aux mains des Argentins, presque sans effusion de sang : il y aura un mort.
La manœuvre de la dictature fonctionne au-delà de ses espérances : enthousiaste, le peuple argentin dans sa grande majorité acclame les militaires pour cette victoire éclair. Enfin, justice est faite, les Malouines sont revenues dans le giron légitime de la mère patrie, l’envahisseur anglais est chassé !
Le 3 avril, le Conseil de sécurité de l’ONU statue sur la nouvelle crise ouverte, et exige des parties en conflit d’ouvrir des discussions diplomatiques, après cessation des hostilités et retrait des forces argentines.
Le 8 avril, le ministre des Affaires étrangères étatsunien, Alexander Haig, se rend à Buenos Aires pour mettre en garde la junte contre le risque d’une guerre ouverte, et insiste sur la supériorité militaire des Britanniques dans ce cas. Galtieri n’en tient aucun compte. Au contraire. Au balcon du palais présidentiel, devant la foule en liesse, il proclame, solennel «S’ils veulent venir, qu’ils viennent, on leur livrera bataille».
De son côté, Thatcher n’a pas non plus la moindre intention de négocier. Ce conflit arrive à point nommé : l’occasion est trop bonne pour elle aussi de rassembler son peuple autour de la poursuite d’un projet conservateur qui commençait à s’essouffler.
Les Etats-Unis continuent de jouer les intermédiaires. Le 15 avril, Reagan et Galtieri se parlent au téléphone, et tombent plutôt d’accord pour considérer qu’un conflit entre pays de l’ouest servirait les intérêts de l’ennemi commun soviétique. Reagan promet la neutralité dans les négociations en cours. Une neutralité qui ne va pas durer longtemps. Face à la mauvaise volonté des Argentins, qui ne cèdent rien, les Nord-Américains se lassent, et finissent par leur couper les vivres : plus question de fournir de l’armement, notamment.
Pendant ce temps, les Anglais quant à eux ne restent pas inactifs. Face à la menace, Thatcher a réagi au quart de tour, lançant dès le début avril l’opération «Corporate». A savoir : envoi de deux porte-avions, un sous-marin et 30 000 soldats, et déclaration d’une zone d’exclusion de 320, puis 370 kilomètres autour des îles.
Le 2 mai, le sous-marin «Conqueror» torpille et coule le croiseur argentin «Général Belgrano». 323 marins argentins trouveront la mort. Ce grave incident a lieu qui plus est en dehors de la zone d’exclusion. La guerre est ouverte. Elle ne va pas durer longtemps.
En effet, et comme l’avait laissé entendre le Secrétaire d’Etat étatsunien Alexander Haig, les forces argentines ne font pas le poids. N’oublions pas qu’il s’agit d’une armée qui n’a jamais fait la guerre au cours du XXème siècle. Ses généraux, mêmes formés en partie par l’Armée nord-américaine, manquent d’expérience et de compétence. Les soldats quant à eux sont pour la plupart de jeunes recrues, mal entrainées et mal équipées, qui ont face à eux des troupes professionnelles dotées d’un armement ultramoderne et puissant.
Par ailleurs, l’Argentine n’a que peu d’alliés. Même pas – ou surtout pas, plutôt – le Chili de Pinochet : en 1978, les deux pays ont été au bord de la guerre ouverte au sujet des limites de la Patagonie. Et Pinochet ne ferait rien de toute façon qui pourrait contrarier le suzerain nord-américain.
Malgré tout, les troupes argentines résistent héroïquement à la contre-attaque britannique. Leurs aviateurs font des miracles, coulant même le destroyer « Sheffield ». Mais les Anglais parviennent à prendre pied, et remportent deux batailles décisives sur le terrain : le 21 mai en débarquant à San Carlos, et sept jours plus tard en s’emparant de l’isthme séparant les deux parties de l’île orientale (Isla Soldedad), appelé Isthme de Darwin (Bataille de Pradera del Ganso, Goose Green en anglais, du nom du village situé sur l’isthme).
Le 8 juin cependant, les Argentins parviennent à stopper un nouveau débarquement anglais, en bombardant et coulant deux navires depuis leurs avions, causant 51 morts et 200 blessés anglais. Malgré tout, les forces argentines sont dans l’incapacité, faute de moyens, de pousser cet avantage. Le 11 juin, les Anglais attaquent la capitale des Malouines, Puerto Argentino (Port Stanley) encore aux mains des Argentins.
Le 14 juin, le général Mario Menéndez, en dépit de l’ordre donné par Galtieri de continuer la lutte coûte que coûte, décide de jeter l’éponge : plus aucun espoir de renverser la situation. Les Argentins se rendent.
Le conflit se sera donc soldé par la mort de 650 soldats Argentins, et 250 Anglais environ. Sans compter les dégâts psychologiques : environ 500 vétérans finiront par se suicider dans les années qui suivront ce conflit.
Pour la population argentine, c’est un choc. Personne n’envisageait la possibilité d’une défaite : la propagande, ainsi que l’unité autour du projet nationaliste des militaires, n’avaient pas peu contribué à endormir les esprits. La réaction est à la mesure de la déception : les généraux au pouvoir sont définitivement discrédités, et doivent rendre des comptes. Galtieri est naturellement remplacé, c’est un autre général qui occupe son fauteuil : Reynaldo Bignone. Celui-ci ne compte pas vraiment sur un soutien inconditionnel des Forces Armées (nombre de cadres quitteront la junte après sa nomination), et il n’est tout bien considéré qu’un président de transition. La junte a perdu tout soutien populaire, les Argentins en réclament le départ au plus vite.
Le 16 décembre, la coalition des partis démocratiques civils («multipartidaria») organise une grande manifestation. Réprimée celle-ci aussi, mais cette fois, les militaires ne parviennent pas à étouffer la contestation dans l’œuf de la terreur : ils ne font plus peur à personne. Bignone est contraint d’annoncer la tenue d’élections libres pour le 30 octobre 1983. La page de la dictature se tourne enfin.
Le rôle trouble de certains officiers durant cette guerre vient d’être révélé dans un article du 22 mars 2022 du quotidien « La Nación ». Il montre comment des militaires ont tenté de se faire verser d’énormes pots de vin lors d’achat d’armes, notamment à Israel, avec le Pérou, alors dirigé par le général Francisco Morales, comme intermédiaire.
Desde mis más remotos recuerdos, siempre me fascinaron las civilizaciones precolombinas, y en particular la de los incas.
Entonces no tenía consciencia de que se trataba de la civilización más emblemática de la historia de América Latina, a pesar de la brevedad de su resplandor (desde el principio del siglo XIII hasta la llegada de los guerreros del general Pizarro en 1532).
Adolescente soñaba con las orillas del lago Titicaca, sitio donde leyendas y relatos se acuerdan para situar el origen de la civilización inca; con la entonces capital Cuzco, el “ombligo del mundo”, y el valle sagrado donde se halla la famosa ciudad del Machu Picchu.
Sólo años más tarde, cuando descubrí de verdad el Puente del Inca, puente natural sobre el río Las cuevas, en la carretera que une la ciudad de Mendoza a la frontera con Chile, volví a interesarme en la civilización inca así como en su importancia en Argentina, tan lejos de su cuña original.
La presencia de los incas en la Argentina la certifican los vestigios de vías y estructuras que quedan del reino de Pachacutec, y que conocemos bajo el nombre de Qhapaq Ñan, o sea “Carretera real” en idioma quechua, una red que permitía viajar rápidamente desde el norte hasta el sur del imperio.
Esta carretera de más de 6000 kilómetros unía la capital Cuzco con la ciudad de Pasto en Colombia hacia el norte, y con el piedemonte andino del Aconcagua en su parte sur, cruzando Ecuador, Perú y Bolivia. Este “Camino mayor andino” lo completaba una amplia red segundaria de 40 000 kilómetros utilizando las infraestructuras pre incaicas existentes de cada lado de los Andes, hasta Santiago de Chile en su parte oeste.
Esta red de carreteras pavimentada, con escaleras talladas en la roca misma, puentes suspendidos cruzando valles encajonados y mesetas desiertas, la mayoría hallándose entre 3000 y 5000 metros de altitud, unía los centros administrativos de las zonas donde vivían los pueblos sometidos por los incas, las zonas agrícolas y mineras así como varios templos. Un sistema de “chasqui wasi” (posadas), “pukara” (fortificaciones) y “tambo” (tabernas) completaba ese conjunto con el cual el Inca podía controlar todo el Imperio. La utilizaban los “chaquis”, servidores del Inca, encargados de transportar el correo oficial hasta los límites de su territorio.
Se considera que Diego de Almagro, el conquistador del Perú, fue el primero en recorrer el “Camino del Inca”, cuando se fue a explorar y conquistar territorios más al sur, en 1535, en lo que volvería Argentina años más tarde; la crónica del viaje de ese conquistador, contemporáneo de la culminación de la presencia inca en Argentina, constituye un precioso testimonio todavía considerado por los historiadores.
Más allá de las fronteras modernas, el Qhapaq Ñan representa un vínculo entre las varias culturas andinas. Por lo que los gobiernos de los 6 países interesados en el tema lograron en 2014 la inclusión del Qhapaq Ñan en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO.
II. CAMINANDO POR EL QHAPAQ ÑAN
El Qhapaq Ñan cruza siete provincias argentinas: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza. Ese camino ya existía desde 2000 años cuando los incas lo “modernizaron”. La UNESCO incluyó en su lista 13 tramos del camino, o sea unos 120 kilómetros a lo largo de los cuales se pueden encontrar 32 sitios arqueológicos.
Partiendo desde la frontera de Bolivia, vemos que el Qhapaq Ñan cruza la provincia de Jujuy por la Quebrada de Humahuaca. El pueblo de Tilcara, con su fortaleza (pucará), fue fundado por los indios tilcaras. Constituye una perfecta ilustración de cómo los incas aprovecharon las infraestructuras existentes para hacer del pueblo una ciudad de suma importancia.
Avanzando hacia el sur los incas cruzaron lo que se llama hoy la provincia de Salta hasta el pueblo de Cafayate, pasando por el puerto Abra del Acay, el más alto del Qhapaq Ñan, de 4895 metros de altura, y bajando hasta los valles Calchaquies. Ese puerto situado sobre la Ruta 40 sigue todavía uno de los más altos del mundo, con excepción de unos puertos asiáticos.
A lo largo de ese trayecto podemos encontrar también – esta lista no pretende a la exhaustividad – las ruinas de Tastil, el sitio de Graneros de la Poma, o el del Potrero de Payogasta. Cerca de Cachi, el sitio arqueológico de La Paya presenta vestigios de una importante ciudad inca, sede del poder imperial representado por un funcionario de alto rango, “El Inca Curaca”.
En Salta, se dice del MAAM (Museo de arqueología de alta montaña) que es el mejor museo de Argentina en lo que se refiere a la cultura inca. Allí se pueden ver momias de niños sacrificados siguiendo los rituales incas, y descubiertas en 1999 en las cercanías del Pico Llullaillaco, un volcán culminando a 6739 de altura, el santuario sagrado más alto del imperio inca.
El Qhapaq Ñan llega hasta la ciudad sagrada de Quilmes en la provincia de Tucumán. Los indios Quilmes sobrevivieron a la convivencia con los incas, pero fueron derrotados por los conquistadores españoles. Desde 2007 ese sitio quedará para nosotros un “rendez-vous manqué”, una ocasión de descubrirlo perdida por una huelga de los indios Quilmes que reclamaban la gestión propia del sitio. Un conflicto que empezó en 1977. En la época las autoridades provinciales expropiaron a los miembros de la comunidad y luego en 1992 concedieron el sitio a un hombre de negocio, para un periodo de 10 años. Luego los Quilmes fueron a juicio para impedir la prórroga de esta concesión. Ganaron, pero tuvieron que bloquear la entrada al sitio para obtener por fin el derecho a gestionarlo ellos mismos. Ahora se puede visitar lo que se llama desde esa victoria india “El complejo de las ruinas de Quilmes”.
Otro sitio inca notable en la provincia de Tucumán es la Ciudadita, también llamada Ciudad vieja, situada en el parque nacional Aconquija, a unos 4400 metros de altura.
Más allá entramos en la provincia de Catamarca para recorrer un trozo de 1 kilómetro sobre el Qhapaq Ñan, entre el Pucará de Aconquija y el sitio arqueológico de El Bajo, lo cual también entra en la lista de la UNESCO, gracias a su perfecto estado de conservación.
Al noroeste de la ciudad de Londres en esta misma provincia encontramos las ruinas del Shincal de Quimivil. Previo a la invasión de los incas, este sitio tomó cierta importancia después de su llegada. Situado en una junción de carreteras sobre el Qhapaq Ñan, se considera uno de los más importantes centros administrativos del imperio inca en Argentina.
Paralelamente a la ruta 40, el Qhapaq Ñan sigue hacia el sur hasta la Tambería del inca en Chilecito, provincia de La Rioja, un sitio desgraciadamente bastante degradado. Cruza la Cuesta de Miranda, y luego penetra en la provincia de San Juan.
En esta provincia, el camino del inca sigue hacia Barreal, cruza el Parque de El Leoncito y sus sitios incas, para luego penetrar en la provincia de Mendoza. Acá el Qhapaq Ñan pasa por el valle de Uspallata donde podemos ver las ruinas de Ranchillos y las de Tambillitos.
III. REALIDAD Y LEYENDA: EL PUENTE DEL INCA
Situado en el límite meridional del imperio inca, el Puente del Inca constituye una rareza geológica que viene recordar la presencia de ese pueblo en el suelo argentino.
Como suele ocurrir a menudo cuando faltan los documentos escritos, Historia y leyendas se confunden, y las leyendas muchas veces vuelven a volverse Historia.
Por ejemplo esa que cuenta como el heredero del Inca cayó muy enfermo y se dijo que sólo le podían curar unas aguas provenientes de una fuente situada en los extremos del imperio. Así se fue con su séquito, pero al llegar frente al río que los separaba de esa fuente mágica, no pudieron pasar. Entonces los soldados formaron un puente humano, lo cual por voluntad divina se petrificó y así se pudo salvar el príncipe.
Otra leyenda cuenta como fue el Inca mismo quien necesitó de hierbas medicinales que sólo crecían en el límite sur del imperio. El se salvó mediante el puente de piedra construido en una noche por Inti, el dios del sol, y Mama Quilla, la luna, y que le facilitó el cruce del río bajando del cerro.
Pese a que la civilización de los incas no marcó mucho tiempo la historia de la Argentina (entre 1479 y 1534), queda notable que en su frontera con Bolivia, hasta el Aconcagua, la ruta 40, uno de los mayores ejes viales del país, sigue más o menos exactamente el antiguo camino del Inca, el Qhapaq Ñan.
Otra anécdota más o menos histórica es la leyenda de la creación de la bandera argentina. Se dice que la creó el general Belgrano en la ciudad de Rosario en 1812, a partir de los colores del cielo, celeste y blanco, y que se añadió el sol que figura en el centro para recordar al dios inca Inti. La bandera la validó de manera oficial el Congreso de la Nación el 25 de julio de 1816, unos días después de la declaración de la Independencia (9 de julio).
¡Hasta se dice que en esta oportunidad el general propuso designar a un descendiente del Inca a la cabeza de la nueva monarquía constitucional!
Sin embargo entre realidad y leyendas, ¡todavía nos queda un montón de misterios que aclarar a lo largo de este famoso y tan lindo camino del Inca!
El 9 de enero de 1950, mientras presencia la inauguración de un local sindical en el Dock Sud, la primera dama, Eva Perón, sufre un desmayo, tres días más tardes se interna en el Instituto del diagnostico de la Ciudad de Buenos Aires, debe someterse a una apendicetomía, la cirugía está a cargo del doctor Oscar Ivanisevic, en el acto descubre una apéndice inflamada, y también visualiza un proceso tumoral en el cuello de útero.
Pero nadie le informa a Eva, tampoco Perón, así que se tarda en tratar su cáncer.
Después de la apendicetomía, la compañera del líder experimenta un decaimiento permanente y una inocultable pérdida de peso.
Pero tras la convalecencia de la cirugía de apéndice, vuelve a sus actividades habituales, las urgencias de la reelección hacen olvidar el episodio del desmayo y la posterior cirugía. Eva, impetuosa, se empeña en hacer efectiva la ley sobre el voto femenino, sancionada en 1946 pero hasta el momento no aplicada; la considera como una herramienta para las reelecciones de 1951, hasta quiere presentarse de vice-presidenta, “su” pueblo lo reclama, pero Perón se niega: sabe perfectamente que su estado de salud no permite considerarlo. Ella, vencida, da un discurso emocionante en que expresa su renuncia definitiva.
Su salud se deteriora más rápido, poco a poco su aspecto personal sufre una gran transformación, padece de insomnio, anemia, anorexia y dolores intensos. La muerte viaja con ella donde quiera que vaya.
Perón es reelecto en 1951, la primera elección donde sufragaron por igual mujeres y varones. Por primera vez las mujeres argentinas tenían derecho a emitir el voto. La muchedumbre apenas intuye toda esa liturgia propia del poder populista, no le interesa la verdad de los hechos, ya construyeron los altares necesarios para sus oraciones por pan, trabajo y justicia social, en cada aparición, el líder sacude el mantel de la fiesta para que las migas les caigan a los que menos tienen, les insufla la esperanza, les habla de una patria igualitaria, muchas fabricas, escuelas para todos, hospitales que dejen de ser morideros, lugares donde llevar a los ancianos, sindicatos poderosos que defiendan a los trabajadores de los abusos de los patrones siempre insatisfechos. El extraordinario poder de seducción del líder, casi místico, impulsa al votante a elegir este personaje de perfil mesiánico, ¡un verdadero salvador!
El votante del peronismo es el instrumento de una fuerza que no comprende. Acata en silencio el rumbo trágico, rumbo del país y rumbo del poder, presumen que allí reside el pensamiento secreto del general, tiene el poder de manejar las fuerzas oscuras operando en la cercanía del poder. Su mirada de tehuelche sabe cómo descifrar una realidad mágica y dorada de buenas intenciones para entregarla a la muchedumbre.
La doliente multitud asiste a la misa popular, cuando aparece el líder acompañado por su compañera de rubio pelo se sienten ungido. La primera dama sabe que ser rubia significa salvarse de la maldición de nuestra América del sur, tierra de morenos, de “cabecitas negras”, aún se mantiene en el imaginario femenino argentino aquel estigma. Ser rubia genera más oportunidades de realización en la sociedad argentina autocomplacida.
La iglesia y las Fuerzas Armadas comparten un amor común, bendicen el supersticioso orden establecido, no se apartan de los mandatos; respetar las tradiciones, la familia y la fe cristiana, no ocultan estar molestos por ensalzar a la clase trabajadora, darle nuevos privilegios a un estamento social que no existía hasta la llegada del peronismo, en cada oportunidad, muestran un irreconciliable desprecio por la nueva casta de trabajadores, entre rezos y homilías y charlas de cuartel se procesa una nueva tragedia nacional.
Para los curas y los militares, Eva es una prostituta, una trepadora, un ser sediento de poder y de gloria, aquella pléyade social no la ve con buenos ojos, es la antítesis de una normalidad que está alterada. Para los más humildes, Eva es una virgen en persona, con dulzura maternal se entrega y se sacrifica por los que menos tienen.
Dice el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez: Eva se fue volviendo hermosa con la pasión, con la memoria y la muerte, se tejió a sí misma una crisálida de belleza, fue empollándose reina, el oro transfiguro a esa morena de piel mate, dándole una extraña palidez que su futura enfermedad tornaría en sobrenatural.
Su empatía por los más vulnerables la convierte en una figura de culto, en un ser amado por millones de argentinos desvalidos, los huérfanos de todo, aquellos que nacieron y crecieron sin nada, Eva Perón se convierte en la única esperanza cumplida. Ella sabe usar la tonalización como uso retorico, logra llegar al inconsciente colectivo de los adorantes, usa palabras como: mis cabecitas negras, mis descamisados, mis huérfanos.
La identificación profunda e inmediata con la tonalización de las grandes masas, les da lugar a los individuos marginados, los humildes, los ignorados por una sociedad donde el distinto color de piel es motivo suficiente para sesgar y discriminar.
Eva incuba un cáncer que más tarde la mataría, lo encontrado en las pruebas ginecológicas le son ocultada a la primera dama, el diagnostico pasa a ser un secreto de estado.
Diagnostico fatal: dice Borges que “cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que la persona sabe para siempre quien es”.
La Argentina se vanagloria de ser cartesiana y europea, pero se nutre de otra vía, la oral, la que surge de las entrañas de la voluntad popular, de boca en boca, sin provocar en los usuarios ningún asomo de duda o tensión entre la realidad y lo sobrenatural, hacer del presente una enigma inexplicable, esta vacilación conduce a la zozobra, nada sirve como evidencia para negar o afirmar que el realismo mágico forma parte de la cultura Argentina.
Manuel Silva – 2021
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Quizás esta cronología pueda serle utíl…
7 de mayo de 1919: nacimiento de Eva Duarte en el pueblo de Los Toldos, Junín. (Hubo debates en cuanto a esta fecha, ya que el acta oficial del Registro civil fue falsificada a instancias de la misma Eva. En esa acta, el año mencionado es 1922).
1935: Eva Duarte se va a Buenos Aires y emprende una carrera de actriz secundaria, más bien radiofónica.
Enero de 1944: Encuentro con Juan Perón.
6 de junio – 23 de agosto de 1947: gira europea de Eva, con fines diplomáticos.
9 de septiembre de 1947: la Cámara de diputados sanciona la ley sobre el voto femenino. Las mujeres argentinas votarán por primera vez en 1951, para la elección presidencial.
8 de julio de 1948: creación de la Fundación caritativa Eva Perón.
1949: Eva crea el Partido peronista femenino.
Enero de 1950: primer diagnostico de cáncer del cuello de útero.
17 de octubre de 1951: Eva renuncia a presentarse de vice-presidenta.
26 de julio de 1952: fallecimiento.
22 de noviembre de 1955: poco después del derrocamiento de Juan Perón, el nuevo dictador Pedro Aramburu ordena el secuestro del ataúd con el cadáver de Eva. La entierran en secreto en un cementerio de Milán, Italia, bajo falsa identidad. Es el general Alejandro Lanusse, presidente de facto en 1971, quien ordena su entrega a Perón en Madrid, en septiembre. En 1976 repatrían el cuerpo en Buenos Aires y es enterrado en la bóveda familiar del cementerio de La Recoleta (Ver arriba).
Le 9 janvier 1950, lors de l’inauguration d’un local syndical au dock sud du port de Buenos Aires, la première dame, Eva Perón, a un malaise, et trois jours plus tard, elle doit entrer dans une clinique de la capitale pour y être examinée. Le docteur Oscar Ivanisevic diagnostique une appendicite, mais il se rend compte en outre que sa patiente souffre d’une tumeur au col de l’utérus.
Pourtant, personne n’en informe la femme du président, pas même son mari. La maladie doit rester secrète, ce qui fait perdre un temps précieux à cette lutte contre le cancer qui s’amorce.
Après l’opération de l’appendicite, Eva Perón voit son état de santé se dégrader progressivement, et elle maigrit à vue d’œil.
Elle reprend néanmoins ses activités habituelles, et la proximité de l’élection présidentielle lui fait oublier ses ennuis de santé. Déterminée, elle lutte pour rendre effective la loi sur le droit de vote des femmes, votée en 1946 mais jusque là non appliquée, et qui, pense-t-elle, doit aider à la réélection de son mari. Elle-même se rêve en vice-présidente, «son» peuple en rêve également, mais elle se heurtera au refus de Perón : lui sait pertinemment que la maladie qui progresse rend l’éventualité inenvisageable. La mort dans l’âme, elle se verra contrainte de renoncer, lors d’un émouvant discours sur la Place de Mai.
Sa santé se détériore de plus en plus rapidement. Peu à peu, la dégradation de son corps se fait plus visible, elle souffre d’insomnie, d’anémie, d’anorexie, et de douleurs intenses. Où qu’elle aille, l’ombre de la mort l’accompagne.
Perón est réélu en 1951, première élection ouverte également aux femmes. Derrière la liturgie propre aux rassemblements populistes, la foule ne perçoit pas le théâtre, la foule se moque bien de la vérité des faits, elle a déjà monté les autels aux pieds desquels elle prie pour son pain quotidien, pour ses emplois et pour la justice sociale, et à chacune de ses apparitions, le leader secoue la nappe du banquet pour en faire tomber les miettes sur les plus pauvres, il leur insuffle l’espoir, leur parle d’une patrie égalitaire, d’usines, d’écoles pour tous, d’hôpitaux qui ne doivent plus être des mouroirs, de lieux où accueillir les vieux, de syndicats puissants protégeant les ouvriers des abus de patrons insatiables. L’extraordinaire pouvoir de séduction du leader, quasi mystique, attire l’électeur vers ce personnage au profil messianique, un véritable sauveur !
L’électeur péroniste est l’instrument d’une force qu’il ne contrôle pas. Il approuve en silence le choix de ce cap tragique, pour le pouvoir autant que pour le pays, croyant confusément que là réside la pensée secrète du général, ce pouvoir de contrôler les forces obscures s’agitant autour des cercles de décision. Son regard de Tehuelche sait capter la réalité magique et dorée des bonnes intentions pour la délivrer à la foule.
Cette foule de gens qui souffrent assistent à la messe populaire, où apparaissent le leader et sa femme à la chevelure si blonde, et c’est comme si ceux-ci les bénissaient par leur présence. La première dame sait que sa blondeur la délivre de la malédiction de notre terre du sud, cette terre de bruns, de «cabecitas negras», ce stigmate qui se perpétue dans l’imaginaire féminin des Argentines. Être blonde offre des perspectives d’avenir bien plus intéressantes dans notre société tellement satisfaite d’elle-même.
L’Eglise et l’Armée partagent un amour commun pour l’ordre établi, qu’ils ne tordent jamais : respect des traditions, de la famille, de la foi chrétienne. Ils ne cachent ni leur mépris pour la classe ouvrière – cette classe dont on ne parlait pas, qui n’existait seulement pas avant l’avènement du péronisme ! – ni leur mécontentement de voir le pouvoir en améliorer la condition. Les sermons et les discussions de caserne murissent les ferments d’une future tragédie nationale.
Pour les curés et les militaires, Eva est une prostituée, une ambitieuse, assoiffée de pouvoir et de gloire, ce microcosme la regarde de travers, pour eux elle représente l’antithèse d’une normalité qu’ils jugent dégradée. Pour les humbles, au contraire, elle est la vierge incarnée, une véritable mère offrant sa vie à ceux qui n’ont rien.
Comme le dit Tomás Eloy Martínez : Eva a été rendue belle par la passion, la mémoire et la mort, elle s’est tissé elle-même une chrysalide de beauté, elle s’est faite reine, l’or a transfiguré cette brune au teint mat, lui procurant une étrange pâleur que sa maladie allait achever de rendre surnaturelle.
Son empathie pour les plus vulnérables la transforme en objet de culte, en être chéri par des millions d’Argentins démunis, orphelins de tout, et pour ceux-là, venus au monde et élevés dans le dénuement le plus total, Eva représente l’unique espoir enfin comblé.
Elle sait manier la rhétorique à la perfection, comment toucher l’inconscient collectif de ses adorateurs, utilisant à leur égard des mots tendres, « mes petites têtes noires, mes pouilleux, mes orphelins ».
Cette identification profonde et immédiate aux masses populaires rend enfin visibles tous les marginalisés, les humbles, les ignorés d’une société où la couleur de la peau est un motif suffisant de discrimination et de mépris.
Eva couve un cancer qui ne va pas tarder à la tuer, mais les résultats d’analyse lui sont cachés, le diagnostic doit rester secret d’état.
Un diagnostic fatal : comme le dit Borges, «chaque destin, quelque soit sa complexité et sa longévité, repose en réalité sur un seul moment : le moment où l’on sait définitivement qui on est».
L’Argentine se vante d’être cartésienne et européenne, mais elle se nourrit davantage par la voie orale que par la voie intellectuelle, elle avale ce qui surgit des entrailles de la volonté populaire, de bouche en bouche, sans provoquer chez les consommateurs le moindre soupçon de doute ou de tension entre réalité et surnaturel, sans faire du présent une énigme inexplicable, et de cette ambigüité nait l’incertitude : le réalisme magique est-il vraiment, ou pas, intrinsèque à la culture argentine ?
Manuel Silva – 2021
Adaptation française du texte et chronologie : PV.
Petite chronologie (éventuellement) utile :
7 mai 1919 : date de naissance (discutée, car son livret de famille aurait été falsifié pour y mettre la date du 7 mai 1922) d’Eva Duarte, dans le village de Los Toldos, circonscription de Junín.
1935 : Eva Duarte part à Buenos Aires et débute une carrière d’actrice mineure, essentiellement radiophonique.
Janvier 1944 : rencontre avec Juan Perón.
6 juin au 23 août 1947 : elle représente son président de mari lors d’une tournée européenne à visée diplomatique.
9 septembre 1947 : la loi sur le vote des femmes est votée par le parlement. Elle sera effective lors de l’élection présidentielle de 1951.
8 juillet 1948 : création de la Fondation Eva Perón. (Fondation à but caritatif).
1949 : elle fonde le parti péroniste des femmes.
Janvier 1950 : premier diagnostic de cancer du col de l’utérus.
17 octobre 1951 : elle renonce à la vice-présidence de la nation.
26 juillet 1952 : décès d’Eva Perón.
22 novembre 1955 : peu après le renversement de Juan Perón, le nouveau dictateur militaire Pedro Aramburu ordonne l’enlèvement du cercueil contenant le corps d’Eva Perón. Il disparaitra pendant 16 ans, probablement enterré sous un faux nom dans un cimetière milanais. Le général Lanusse, président de fait, le rendra à Perón en septembre 1971. Il sera finalement enterré dans le caveau familial du cimetière de La Recoleta (voir ci-dessus) en 1976.
«L’opposé consiste à changer la mémoire des hommes : démontrer que tout ce dont nous nous souvenons, et dans tout ce que nous sommes, que rien n’a jamais la même apparence. Que la vérité n’est pas unique, et encore moins absolue, mais qu’elle est fragile et multi facettes, comme les yeux d’une mouche».
Telles sont les mots de l’écrivain Tomás Eloy Martínez, dans une tentative de comprendre le phénomène péroniste.
I. Vérités et mensonges
L’histoire qui commence par un tremblement de terre et se termine par le bombardement de la Place de Mai, vibre encore en répliques convulsives. Et c’est entre ces deux événements tragiques que s’est déroulée l’une des périodes les plus intenses et transformatrices de l’historie argentine : celle qui vit la naissance et la croissance du péronisme.
Juan Domingo Perón est né en 1895 dans le village de Lobos, dans la province de Buenos Aires. Il était le fils naturel de Mario Tomás Perón et de Juana Sosa. Ses ancêtres l’ont marqué au fer rouge. Son grand-père, Tomás Liberato Perón, fut un grand médecin qui a participé à la « guerre de la Triple-Alliance », menée par le Brésil, L’Uruguay et l’Argentine contre le Paraguay ; sa grand-mère, Mercedes Toledo del Pueblo de Azul, était une indienne Tehuelche. Perón n’hésitait jamais à se prévaloir de cette ascendance indienne, tirant fierté de cette filiation métisse, affirmant à qui voulait l’entendre : «je suis fier d’avoir du sang tehuelche, je descends par ma mère de tous ceux qui peuplèrent le territoire des siècles avant l’arrivée des colons».
En 1899, le père de Juan Domingo emmena sa famille habiter les plaines de la Patagonie, où le climat hostile du sud battu par les vents forgea le caractère du natif de Lobos.
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A partir de 1944, pour le meilleur ou pour le pire, le phénomène péroniste prend corps, et s’installe tel un menhir dans la société argentine. Perón entre au gouvernement en tant que représentant du Parti Travailliste, un parti formé par l’union de plusieurs syndicats. Son leitmotiv est la « justice sociale », un concept relativement neuf pour l’époque en Argentine, d’où des premières mesures favorables au secteur ouvrier qui valent au nouveau secrétaire d’état le soutien des travailleurs, mais parallèlement, le rejet immédiat des secteurs patronaux.
La popularité du Colonel Perón grandit, au point d’en faire une figure consacrée, un nouveau messie dans le désert politique argentin, porteur de nouvelles idées pour construire un état moderne, plus dynamique et plus juste. Il est élu président en février 1946, avec 56% des voix.
Son premier mandat se caractérise par une forte dépense publique liée à ce qu’on appellera « La révolution distributive », basée sur quatre piliers de la politique péroniste : marché intérieur, nationalisme économique, intervention de l’état et rôle central de l’industrie. Suivant ces principes, en 1946 le président nationalise la Banque nationale argentine, puis les chemins de fer qui étaient entre les mains de sociétés britanniques et françaises.
Son discours populiste, inspiré du fascisme mussolinien, séduit les foules, bien que la supposée sympathie de Perón pour les anciens nazis – qu’il en ait aidé un certain nombre à venir s’installer en argentine est un secret de polichinelle – lui ai valu les critiques de certaines couches de la société.
L’exercice solitaire du pouvoir conduira le pays à une grande débâcle économique et politique, peu à peu la production s’effondre, et la prospérité dont jouissait le pays avec ; la pauvreté s’installe sans bruit, tandis que le leader raconte aux masses de sa voix mielleuse qu’il «combat (pour elles)».
L’emphase de la vérité trahit le menteur. Il regarde et fascine à la fois la foule qui l’idolâtre, il se sent comme un charmeur de serpent, jusqu’ici, il lui suffisait de jouer sur les ombres et les apparences, il ne voit aucune raison de changer ce qui fonctionne à la perfection, son pouvoir de séduction sur les foules est intact, même s’il sait pertinemment que le passé ne reviendra pas pour le sauver, mais pour l’écraser. Mais qu’importe : si la réalité doit le tuer, la fiction le sauvera.
Le sourire du leader illumine la Place de Mai. Son discours grandiloquent, truffé de métaphores et de promesses dorées, jette une passerelle entre lui et la foule, il leur parle en manches de chemise, d’égal à égal, imitant le style de Mussolini (L’Italien le faisait torse nu, pour mieux s’identifier au « peuple travailleur »), l’espoir d’égalité hypnotise la volonté ardente des travailleurs. Il s’autoproclame « premier des travailleurs » : il arrive dès six heures du matin au palais présidentiel. Et quand on lui demande pourquoi il vient si tôt, il répond malicieusement : « c’est une vieille habitude de caserne : rien foutre, mais de bonne heure ».
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Je suis né en 1950, dans cette décennie de tous les déclins, vers la fin du premier mandat de Juan Domingo et d’Eva Perón, cette décennie des années 50 qui dévalait la pente comme un chariot fou, les roues enduites d’une boue toxique, l’atmosphère était chargée d’un vent mauvais, et bientôt on verrait apparaître le maillon faible du péronisme : le corps d’Eva Duarte de Perón.
La maison de mon enfance n’était qu’une très grande pièce, qui ressemblait à un hangar et faisait office à la fois de chambre, de salle à manger et de salon, le toit était en zinc brut, les murs en terre cuite étaient blanchis à la chaux, et je me souviens qu’il y avait, accrochés face à face, un cadre du cœur de Jésus et un portrait du général Perón en grand uniforme, souriant sur son cheval tobiano.
Cette décennie des années 50 transporte entre ses plis le déclin d’un régime, entrainant un énième coup d’état, et avec lui le sempiternel principe de reconstruction de l’ordre à partir du désordre, comme une anticipation du roman « Cent ans de solitude », cet emblème du réalisme magique de la littérature sud-américaine. L’éternel retour du déjà-vu.
Manuel Silva – 2021
(Adaptation française PV)
(A suivre)
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Petite chronologie (éventuellement) utile
Tremblement de terre : Juan Perón et Eva Duarte se sont rencontrés lors du tremblement de terre de San Juan, en janvier 1944 (voir ici)
Bombardement de la Place de Mai : en septembre 1955, les militaires opposés à Perón ont lancé une offensive pour terroriser la population et viser le palais présidentiel, qui se trouve sur la Plaza de Mayo, au centre de Buenos Aires. Voir la nouvelle «La toile d’araignée», dans la rubrique «Récits» sur ce même blog.
Juin 1943 : Perón participe au coup d’état militaire qui met fin à la «Décennie infâme» et au gouvernement de Ramon Castillo.
Décembre 1943 : Perón est nommé secrétaire d’état au travail et à la prévoyance du gouvernement du général Pedro Ramírez.
Février 1944 à octobre 1945 : ministre de la guerre du gouvernement du général Eldemiro Farrell.
Février 1946 : Perón remporte l’élection présidentielle avec 56 % des voix
1952 : Il est réélu avec 62% des voix.
Septembre 1955 : coup d’état dit de la «Révolution libératrice». L’Armée argentine renverse le gouvernement et Perón doit s’exiler.
“Lo opuesto reside en cambiar la memoria de los hombres: en demostrar que todo lo que recordamos, y en todo lo que somos, nunca es de una sola manera. Que la verdad no es una ni mucho menos absoluta, sino frágil y con innumerables facetas, como los ojos de una mosca”.
Son palabras de Tomas Eloy Martinez al intentar entender el fenómeno del peronismo.
I. Verdades y mentiras
La historia que comenzó con un terremoto y terminó con un bombardeo en la Plaza de Mayo, todavía vibra de sus replicas convulsivas. En el medio de estos dos eventos trágicos, se forjó uno de los periodos más intensos y transformadores en la historia Argentina: nace y se consolida el peronismo.
Juan Domingo Perón nació en 1895 en la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, hijo natural de Mario Tomas Perón y Juana Sosa. Sus abuelos lo marcaron a fuego, Tomas Liberato Perón, su abuelo, fue un destacado médico, participó en la guerra de la Triple Alianza (una guerra regional que opuso Brasil, Uruguay y Argentina por un lado, y Paraguay del lado opuesto), la abuela de Perón se llamaba Mercedes Toledo del Pueblo de Azul, era una india tehuelche, por eso Perón se ufanaba de tener sangre india, tener un linaje de mestizo, así llegó a presidente de la nación, afirmaba; “me siento orgulloso de llevar sangre tehuelche, descendiendo por vía materna de quienes poblaron la Argentina desde siglos antes que llegaran los colonizadores”.
En 1899 el padre de Juan Domingo se trasladó a las llanuras patagónicas, al sur de la Argentina, el clima hostil del sur ventoso le templó el carácter al hijo nacido en la zona bonaerense de Lobos.
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Desde 1944, para bien o para mal el fenómeno cobra cuerpo y se instala como un menhir en la sociedad argentina. Perón accede al gobierno como candidato del Partido Laborista, organizado por un conjunto de sindicatos, enarbolando la bandera política de la “Justicia Social”, un concepto bastante nuevo para la época en Argentina. Las medidas implementadas favorecen a los sectores obreros, el líder gana el apoyo del movimiento de trabajadores, y al mismo tiempo se gana un abierto repudio de los sectores empresariales.
El coronel Perón se hincha de una popularidad que crece hasta convertirle en una figura relevante, un nuevo mesías en la chata política argentina, muñido de nuevas ideas se lanza a constituir un estado moderno, más dinámico y más justo. Gana las elecciones de febrero de 1946 con un 56% y se vuelve presidente de la república argentina.
Su primera presidencia se caracteriza por un excesivo gasto público, una redistribución hacia los más pobres conocida como “la revolución distributiva”. Impone cuatro llamados “principios peronistas”: mercado interno, nacionalismo económico, rol preponderante del estado y papel central de la industria. Bajo estas premisas, el mandatario procede en 1946 a nacionalizar el Banco de la Nación Argentina, más tarde estatiza a los ferrocarriles del país que pertenecían a empresas británicas y francesas.
Su discurso populista, por parte inspirado en el fascismo de Mussolini, resulta seductor y convincente, aunque la supuesta simpatía por antiguos nazis – que ayudó a varios radicarse en el territorio es un secreto a voces – le costó ser denunciado por algunos estamentos sociales.
La sumatoria de decisiones unipersonales es suficiente para el comienzo de la gran debacle económica y política, en forma progresiva se pulverizan los márgenes de producción y derrumbe de la bonanza económica, en silencio los argentinos comienzan a empobrecerse, mientras que el líder le habla a la multitud con voz edulcorada: «estoy luchando por Ustedes».
El énfasis de la verdad delata al mentiroso. Mira y fascina a la muchedumbre que lo idolatra, se siente un encantador de aves de corral, hasta ahora le bastó con mostrar un juego de sombras y simulación, no tiene que cambiarlo, es efectivo, seduce con facilidad a las masas, sabe con claridad solar que el pasado no volverá para salvarlo, vendrá para aplastarlo, pero no importa: si la realidad mata, la ficción lo salvará.
La sonrisa del líder ilumina la explanada de la Plaza de Mayo. Su discurso grandilocuente, mechado de metáforas y promesas doradas, crea un puente comunicacional con la muchedumbre, les habla en manga de camisa, de igual a igual, imitando el estilo de Mussolini, (Mussolini lo hacía con el torso desnudo para igualarse con el populo laboro), la visión de igualdad crea cierto encantamiento en la voluntad viva de los trabajadores. Se proclama el primer trabajador: llega a las seis de la mañana a la casa de gobierno, y cuando le preguntan el motivo de sus madrugones a su lugar de trabajo, el responde con jocosidad: «sigo una vieja costumbre del cuartel, al pedo, pero temprano».
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Yo nací en 1950, amanecí al mundo en la década de los ocasos, corría final del primer periodo del gobierno de Juan Domingo y Eva Perón, la década del cincuenta rodaba con las ruedas cubiertas por un barro emponzoñado, una energía maligna traían los vientos, luego se instalaría en el núcleo vulnerable del peronismo: el cuerpo de Eva Duarte de Perón.
Mi casa paterna era un enorme habitación, similar a un galpón, funcionaba como dormitorio, comedor y lugar de estar, con techos de cinc desnudo, con sus paredes de barro pintadas a la cal, recuerdo los objetos de la pared, había dos cuadros enfrentados, uno era el Corazón de Jesús y en la pared del frente, el retrato del general Perón, vestido con uniforme de gala, montado en su caballo tobiano , con una sonrisa de sol.
La década del cincuenta traía entre sus pliegues el ocaso de un régimen, la reiteración de un golpe de estado, una modalidad remanida de recomponer el orden desde el desorden, como un adelanto del futuro relato mágico de “Cien años de soledad”. El eterno retorno a lo mismo.
Manuel Silva
(Continuará)
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Quizás esta cronología pueda serle utíl…
Terremoto: Juan Perón y Eva Duarte se conocieron en San Juan, donde tuvo lugar el más importante terremoto de la historia argentina, en enero de 1944. (Ver acá)
Bombardeo de la Plaza de Mayo: en septiembre de 1955, los militares opuestos a Perón atacaron la Casa Rosada, palacio de la presidencia, para aterrorizar a la gente y obligar el presidente a renunciar. Ver el cuento “La telaraña” en este mismo blog.
Junio de 1943: Perón participa del golpe militar que puso fin a la “década infame” y al gobierno de Ramón Castillo.
Diciembre de 1943: Perón forma parte del gobierno liderado por Pedro Ramírez, en tanto Secretario de Estado para el trabajo y la previsión.
Febrero de 1944 hasta octubre de 1945: Perón ministro de guerra en el gobierno del general Edelmiro Farrell.
Febrero de 1946: Perón gana las elecciones presidenciales con 56% de los votos.
1952: gana otra vez la elección (con 62% de los votos) y empieza su segundo mandato.
Septiembre de 1955: golpe de estado llamado “Revolución libertadora”. Las fuerzas armadas derrocan a Perón. Empieza un exilio de 18 años.