1. Encargados de acá y de allá
Hablamos hoy de una profesión que casi desapareció del paisaje de las capitales europeas: la de los porteros. O, mejor dicho, de los encargados de edificios.
Los más ancianos dentro de nosotros quizás recordarán que hasta los años 70, cada edificio parisino contaba con su “loge”, un departamento minúsculo donde vivía, con toda su familia, la “concierge”, la portera. Digo “la”, ya que en la mayoría de los casos, en Paris el oficio lo ocupaba una mujer. ¿En qué consistía ese oficio? Muchas cosas distintas. Ella recogía el correo, y luego lo repartía entre los moradores. Del mismo modo, ellos podían depositar sus sobres en la portería. Tenía la responsabilidad del buen estado de las partes colectivas del edificio – entrada, escaleras, rellanos, ascensores… – percibía para los propietarios los alquileres, hacía visitar los departamentos vacíos a los futuros inquilinos, servía de intermediario entre los inquilinos y los dueños cuando esos vivían a lo lejos, contrataba a los artesanos para los arreglos necesarios, abría el portal e indicaba los pisos y/o número de departamentos a los visitantes. Eso durante el día. Pero tenía que trabajar de noche, casi. Porque de noche, el portal quedaba cerrado, así que los visitantes – y los moradores – para entrar o salir tenían que llamar a la puerta y mencionar su apellido, y la portera, desde su cama, tenía que “tirar del cordón” para abrir la puerta.
Como se puede deducir, la portera parisina tenía mucho control sobre todo lo que entraba, salía o pasaba por su edificio. Sabía más o menos quién escribía a quien, quién visitaba a quien, y cuándo, quién salía y a qué hora, y muchas veces recibía las confidencias de los moradores más charlatanes. De allí que tenían esa fama de chismosas, hasta la palabra “concierge” se vuelvo sinónimo de cotilla y entrometida. Una fama bastante merecida, lamento decirlo.
Pero en Francia esa honorable profesión desapareció del todo. ¿El portal? Se abre con un código digital. ¿El correo? El cartero tiene las llaves y se las arregla para repartirlo en los correspondientes buzones. ¿La limpieza? Una empresa se hace cargo, una hora o dos al día, a veces menos, y los/las empleados/as tienen que hacerlo todo en el tiempo impartido, sea posible o no. ¡Garantía de cualidad! O no. ¿El alquiler? ¿Las visitas de departamentos vacíos? Ver con la agencia. ¿Las obras necesarias? Ver con el administrador. Si el ascensor tiene una avería, si se tiene que cambiar una bombilla en el rellano, tener paciencia. El administrador es un hombre muy ocupado, tiene problemas mucho más importantes que tratar. ¿Por qué cree usted que lo tiene que pagar tarifa tan alto? Porque es un hombre importante y muy ocupado, el administrador.
Pues señoras y señores, fíjense ustedes que nuestros amigos porteños no tienen esos problemas. Ellos supieron conservar, para la mayoría de sus edificios, esa persona de carne y hueso, por lo general disponible y sumamente acogedora. Acogedor, tendría que decir, ya que al contrario de Paris, casi todas las porteras de Buenos Aires son porteros.
Ellos también viven en una portería del piso bajo, más o menos amplía según la generosidad del constructor o de los propietarios. Unos viven acá con su familia, cuando hay bastante espacio, otros prefieren vivir en otro sitio, a veces en otro barrio. Y es que los encargados porteños no tienen que estar presentes las 24 horas. Descansan los fines de semana, por lo menos a partir de las 12 los sábados. En tal caso, el administrador contrata a un sustituto.
Si me refiero a lo que experimenté durante mis varias estancias en Argentina, los encargados son gente amable, disponible, acogedora y agradable. Al contrario de sus colegas parisinos, se pueden encontrar sin problema cuando uno los necesita. Cuando no están trabajando en las escaleras, están en la entrada, donde disponen de un pequeño despacho para recibir a la gente. Es más: muchas veces, están en la vereda delante del portal, charlando con un morador, un transeúnte, un vecino o el dueño de la tienda de enfrente. Unos, con mucho estilo, llevan uniforme: traje oscuro, corbata, gorra, botones dorados… En rigor de verdad, tienen dos tipos de trajes. Por la mañana, cuando trabajan en la limpieza o unos arreglos, traje de trabajo manual, pantalones y chaqueta (saco, en castellano argentino) de tela azul o marrón. Por la tarde, se hallan detrás de su escritorio en la entrada, y visten el traje “de recepción”. Pero cual sea el caso, los van a reconocer en seguida.
Amables y acogedores, sin lugar a dudas. Pero ojo que son muy atentos. Ni hablar de dejar entrar a un indeseable en el edificio, los encargados están vigilando. Para entrar, hay que tener motivos honestos, que si no, no les van a dejar pasar. Los moradores pueden dormir tranquilos: ningún vendedor de aspiradores podrá subir hasta su piso. Bueno, podrá intentar llamarle desde el portal. Tampoco Buenos Aires es una ciudad anticuada, y cada edificio cuenta con un interfono. Pero ojo que aunque pueda pasar el portal, ¡es muy probable que vaya a tener que contestar la pregunta del encargado!
Disponibles lo son. Los moradores siempre pueden solicitarlos cuando lo necesitan. Los encargados de edificios de Buenos Aires son muy versátiles, capaces de resolver todos los pequeños problemas de la vida cotidiana en un edificio. Fregadero obstruido, persiana deteriorada, ascensor bloqueado (eso pasa a menudo en la capital argentina, donde los ascensores son por lo general bastante antiguos), el encargado de edificio porteño está acá para sacarle del lío. Conoce muy bien el barrio: así que no dude en pedirle información, dónde se puede encontrar el mejor restaurante de la zona, un buen médico, un dentista, que colectivo lleva a tal lugar, como conseguir un taxi sin necesidad de ir andando media hora, etc…
O sea que nuestros amigos porteños tienen suerte. Dentro de un mundo cada vez más desencarnado, representan la presencia humana imprescindible que está faltando cada vez más en nuestro ambiente robotizado. Cada vez más estamos hablando con maquinas, faltan interlocutores en carne trémula, lo cual genera estrés, irritación, sentimiento de impotencia frente a los pequeños problemas de la vida cotidiana. Pero guardamos la esperanza: en Paris, recién empezamos a ver como vuelven los « concierges« , lo que demuestra claramente su utilidad y el deseo de la gente de tener interlocutores directos en sus edificios.
2. Testimonio de un portero de Buenos Aires
Durante mi estancia en Buenos Aires, en 2020, tuve la suerte de encontrar en el edificio donde vivía un encargado del edificio encantador. Un hombre tan amable como culto, y recuerdo con mucha nostalgia nuestras charlas en todos los temas, así como nuestros intercambios sobre nuestras culturas respectivas. Hasta me hizo el honor de su casa, él y su esposa no me dejaron pasar la cena de Nochebuena solo, me invitaron a compartir la suya, con sus dos hijos. A pesar de la distancia, todavía quedamos en contacto casi a diario, y aceptó colaborar en ese artículo, contestando mis preguntas y mandándome unas fotos. Le agradezco mucho su amistad, así como la de toda su familia. Un orgullo y un placer conocerlos.
Siguen sus respuestas a mi pequeña entrevista, sobre su oficio.
¿Puedes presentarte un poco, tu nombre, edad, familia?
Mi nombre es Benito Romero, tengo 55 años. En mi familia somos 4 mi esposa mis dos hijos (varón /mujer) y yo.
¿Eres encargado de edficio desde que empezaste a trabajar, o tenías otro oficio antes?
Soy encargado de edificio desde hace 18 años antes de eso trabaje 18 años en un comercio.
¿En qué consiste tu trabajo?
Mi trabajo consiste en la limpieza y el mantenimiento general del edificio en el que trabajo, verificar que funcionen bien los ascensores, las bombas de agua, las luces, recepción y reparto de correspondencia, y todo lo que haga al funcionamiento normal de un edificio.
¿Cuáles son tus horarios de trabajo?
Trabajo en horario cortado, a la mañana desde las 7 hasta las 12 y a la tarde desde las 17 hasta las 21.
¿Qué es lo que más te gusta en este oficio?
Lo que más me gusta de este trabajo, es que uno interactúa constantemente con todo tipo de personas y conoce y se hace amigo de mucha gente de diferentes clases sociales.
¿Tenés un buen sueldo? Sin decir lo que ganas exactamente, ¿Por lo menos puedes comparar con otro(s) oficio(s) más o menos equiparable(s)?
Yo tengo un buen sueldo puedo llegar a fin de mes holgadamente porque tenemos un plus en el que cuanta más antigüedad tengas mejor sueldo tenés. Este gremio esta en el medio del escalafón salarial comparado con otros gremios.
¿Existe un gremio de porteros?
En Argentina tenemos un gremio de porteros grande y fuerte. Grande a nivel de afiliados y fuerte porque es respetado tanto por los otros gremios como así también por los empleadores. Es el único gremio que tiene una universidad para los hijos de los trabajadores.
¿Conoces a muchos otros porteros? ¿En tu calle/barrio/ciudad?
Somos gente muy comunicativa por eso en el barrio nos conocemos casi todos, nos encontramos por la calle, el supermercado, la panadería , la escuela y así se conforma una linda comunidad de porteros.
En Paris desaparecieron poco a poco los porteros en los años 70-80. Hoy quedan pocos. ¿Cuál es la tendencia en Buenos Aires?
En Buenos Aires es un gremio que también tiende a desaparecer con el tiempo, hay lugares donde cuando se jubila el portero ya no lo reemplazan, ponen empresas de limpieza y así se va tercerizando todo.
¿Puedes contarnos una anécdota que ocurrió cuando estabas trabajando?
Mis anécdotas son siempre con los niños. Me gustan mucho los chiquitos y había una pareja joven que alquilaron un departamento en el edificio; al poco tiempo, la señora quedo embarazada y nació un niño que vi crecer hasta que se mudaron dos años después.
Unos meses después, suena el timbre de casa y al responder ¡escucho una vocesita que pregunta por mi! Ese día recibí uno de los más hermosos abrazos de mi vida. Todavía a pesar de la edad se acordaba de mi !!!!!! El cariño y la ternura de mi amiguito fue algo que me conmovió, aun hoy cuando me acuerdo o lo cuento me emociono.
¡Qué bueno tener en cuenta este oficio o servicio y plasmarlo en una nota Patrick!
Yo habito en una casa así que no puedo ofrecer más que lo que me cuentan quienes viven en edificios. Sé que en muchos casos la limpieza se terceriza y el portero suele ser reemplazado por un servicio de vigilancia por turnos pero es costoso. En las torres más modernas existe una valla o molinete que impide el ingreso directo hasta que un guardia toma los datos del ingresante y pregunta a qué oficina o consultorio se dirige.
Todo cambia con las tecnologías aplicadas a sistemas de seguridad en las cerraduras codificadas.
Aunque, como señalas en la nota, nada reemplaza el trato humano.
À biêntot.
Alicia Isidori